El álbum 12 segundos de oscuridad de Jorge Drexler, grabado en 2006, es una de aquellas obras que parecen ser originadas en el alma, como toda manifestación verdaderamente artística. Los que me conozcan, lo poco que sea, saben de mis inclinaciones melancólico-filosóficas y las músicas de 12 segundos de oscuridad están tan llenas de reflexiones, metáforas, fragmentos de recuerdos y lucubraciones amorosas con los cuales me identifico, que a veces me pregunto: ¿cómo puede un hombre, de otra nacionalidad, con otras expectativas y experiencias de vida, escribir canciones que parecen haber salido de mi (in)consciencia?
Es precisamente este sentimiento de identificación uno de los mayores valores de la música (del arte en general, en realidad), sentimiento responsable por hacer con que los seres humanos, incluso los más misántropos, se sientan como parte integrante de un mismo todo. A fin de cuentas, ¿somos o no somos esencialmente iguales? ¿Tenemos o no los mismos sueños, esperanzas y motivaciones?
El título “12 segundos de oscuridad” hace referencia al tiempo de giro del faro y es una de las metáforas más significativas del álbum, en mi ver, por considerar cuestiones que transcienden los clichés sobre intimismo y ausencias. “No es la luz lo que importa en verdad, son los 12 segundos de oscuridad”.
A los padres, que continúen a ser padres.
Abrazos.
Sabes, ese álbum me deja boquiabierta cada día. No solo transciende los clichés filosóficos, pero también los musicales. Está buenazo, de verdad :)
ResponderEliminar