Nosotros podemos ir más allá y añadir que no sólo la literatura sino también la cultura latinoamericana, tanto la de la América española como la de la América portuguesa es “la tensión de la utopía y las realidades de la conquista, donde una nueva cultura surgió desde el principio de nuestra existencia poscolombina”.
De la utopía y del mito ya hablamos en textos anteriores. Respeto a la epopeya, Ivo Lucchesi dijo que es indispensable a la epopeya la existencia , como sustentación de la apología del expansionismo o la dominación. Es la ideología de la conquista que hace de la epopeya un canto de glorificación, y por lo tanto, un discurso alegórico del poder. Y que sólo hay epopeya - auténtica - en la historia de pueblos que se lanzaron a las conquistas. Sea el deseo por una nacionalidad aún no definida, o sea el sentimiento por un imperio deshecho, en ambos los casos, um “yo” llora - lamenta - la falta de lo que no hay.
Epopeya es la historia cronológica y lineal y la conquista es la negación y degradación de la utopía. La conquista violenta se tradujo en la exterminación mutua de la utopía y de la épica fundadoras del Mundo Nuevo. El continente americano carece de historia y “la historia la hacemos nosotros, el pasado es parte del presente y el pasado histórico se hace presente a través de la cultura, demostrándonos la variedad de la creatividad humana”. Los hombres y las mujeres hacen su propia historia y lo primero que hacen es su lenguaje y, en seguida, basadas en el lenguaje, sus mitos.
Y al fin y al cabo, la epopeya bastarda y perversa de nuestra realidad degradaría la utopía fundadora, si no interviene la imaginación mítica para interrumpir la fatalidad histórica recobrando así nuestra libertad creadora. En la epopeya, esto sucedió realmente.
Bueno, esa epopeya de la conquista de América es lo que, al fin y al cabo, nos hizo cómo somos, originados de la transculturación.
ResponderEliminarEs siempre bueno leer lo que escribes, Pepe!
Abrazos!