La confederación de los tamoios, fue la unión de los pueblos indígenas que vivían a lo largo de la costa paulista, capixaba y carioca que luchaban contra la dominación portuguesa, en una guerra que de un lado había franceses y tamoios y del otro, lusos y temiminós. La “guerra” duró de 1565 hasta 1567, y el resultado fue el casi exterminio de los tamoios.
Sin embargo, la gran batalla entre los indios y los conquistadores no ocurrió a causa de la intervención de los jesuitas, Manuel de Nobrega y José de Anchieta, que llegaron desde São Vicente exclusivamente para intermediar el conflicto que estaba a punto de estallar. De hecho, los jesuitas tenían buena relación con los indios y la usaron para convencerles a los jefes indígenas a no combatir a los enemigos portugueses.
Imagínense, el odio de los indios ante los portugueses, para que esos se reunieran en una confederación de varios pueblos a lo largo de la costa. Diferentes de los franceses – mair – que solo querían el comercio de mercancías, los portugueses – peró – eran conquistadores violentos, colonizadores atroces y esclavizaban sin piedad.
Tras la tregua firmada con los jesuitas Manuel de Nobrega y José de Anchieta, los tamoios bajaron las armas y disolvieron la confederación volviendo cada pueblo a su aldea. Pero, lo que no “esperaban era la traición de los portugueses” y sus aliados temiminós comandados por Arariboya.
Vencidos, los tamoios y sus aliados franceses se refugiaron en las matas de la Guanabara y tras poco tiempo volvieron a ocupar las orillas de Uruçu-mirim y de Paranapuam – Isla del gobernador. Por fin, una escuadra bajo el mando de Mem de Sá destrozó las fortificaciones de los aliados que fueron siendo expulsados de la región a través de la matanza.
El sueño francés de un rincón protestante calvinista en el continente sudamericano había desaparecido. Algunos franceses derrotados se fueron, mientras otros se quedaron en territorio brasileño mezclándose a la población. Los tamoios derrotados, fueron perseguidos y a la vez esclavizados por los vencedores portugueses que llevaron a lo extremo la persecución por toda la región de la Guanabara.
Usando todas tácticas terroristas, los lusos llegaron al colmo de crueldad y maldad. El sanguinario gobernador Antonio de Salema en su intento de exterminio, dejó ropas infectadas de viruela en varios puntos de la bahía para que los indios la encontraran y la vistieran y que tiempos más tarde contaminaran a los demás de las aldeas con dicha enfermedad.
Al fin y al cabo, el genocidio que sufrieron los tamoios fue tremendo que de ellos solo restaron algunos nombres topónimos de lengua tupí, con los cuales se puede identificar: ríos, accidentes geográficos, arrabales y algunas aldeas o pueblos como Mutuá, Itaúna, Itaoca, Itaitintiba, Guaxindiba, Imboassú, Ipiiba etc.
me encanta ver que el Mono sigue de pie!
ResponderEliminarhaces un bello trabajo!
sigue adelante, amigo mío, divulgando el Mono en tus clases, entre los tuyos.
Yo no conocía la historia de los Tamoios!!!! la voy a leer otra vez.
un besote!