Carnaval y Carnavalización

Carnaval reino utópico de la libertad, de la universalidad y de la igualdad humana, donde las tensiones no se rompen sino que se concilian. En la Edad Media era la segunda vida del pueblo. La visión carnavalesca del mundo medieval sería la de una segunda vida, un segundo mundo de la cultura popular, la parodia de la vida ordinaria.

El Carnaval desaparece con la distancia entre los hombres, entre lo sagrado y lo profano, es la parodia del cotidiano, una parodia que niega, rescata y renueva. Una parodia que refleja un mundo no oficial, rompiendo momentáneamente con las relaciones de jerarquía, privilegios, reglas y tabúes. Es la ruptura del tiempo cronológico y lineal, un regreso del hombre al tiempo mítico de los orígenes.

viernes, 21 de agosto de 2009

NO HUBO TRAGEDIA, HUBO BARROCO

por Pepe C.





Un profesor amigo, compañero de trabajo y muy interesado en la cultura de los pueblos de nuestra América, que no piensa en cultura sólo como algo palpable o que esté cerca de nuestros ojos, sino que la concibe como algo más allá de la falsa aparencia de la realidad, me preguntó la razón de no existir entre nosotros latinoamericanos la tradición de una literatura trágica. Basados en mis escasos conocimentos literarios, culturales y por mi estrecha visión de mundo, pero, como un lector voraz y un estudiante de los pies a la cabeza,le respondi que no hubo tragédia, hubo barroco. Expliquémolo.


¿Cúal es la razón originaria de la tragédia? Dijo Ivo Lucchesi ser la tragedia por excelencia, el discurso cuya significación se formaliza en la representación de la crisis del poder, sea la crisis del poder-Estado – Édipo, Antígona, Prometeo – sea la crisis del poder-familia – Medea - en alianza con la especulación sobre la condición humana. La tragédia es el discurso metonímico de la crisis.

La tragedia utilizará los mitos propios de la epopeya. Por eso, habla Aristóteles de los elementos dramáticos que se encuentran en Homero y que se pueden considerar origen de la tragedia. “Lo común a la epopeya y a la tragédia es ser ambas imitación de hombres esforzados, y por los medios de imitación, es el estar las dos en verso y tener argumento”. De una epopeya pueden salir muchas tragedias.

Instalado el conflicto en el interior del poder, solamente en sus límites la solución es posible de ser encontrada. La sociedad queda relegada a la condición de espectador. Al poder se destina la acción, a la platea – sociedad – el consuelo de la catarsis indicando ser el poder dotado de mecanismos autorreguladores. La oportunidad trágica es acto de renovación.

La épica se resuelve en la tragedia. Sin embargo, la historia de América no se resolvió en la tragedia, porque la envagelización cristiana no transmitia valores trágicos, sino um optimismo ultraterreno. “ Y el mundo de los vencidos se perdió sin um instrumento crítico para salvarse del azoro de la fatalidad”. No hubo tragedia, hubo sí, Nuestro Señor el Barroco, respuesta formal al vacío de la nacente cultura latinoamericana a la derrota de la utopía de la invención de América y de la épica de su conquista.

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